
En el año del bicentenario del nacimiento de Federico Chopin, el más grande pianista de todos los tiempos (junto con Franz Liszt), quizás una buena forma de recordar su genialidad sería simplemente...
... seguir algunos de sus consejos.
Chopin, con su didáctica genial y su total comprensión del mecanismo del piano, de su relación anatómica con el pianista y de todos los secretos imaginables de la técnica, sostenía que la primera escala que se debe enseñar a un estudiante de piano desde la primera lección debería ser la escala de...
...¡Si mayor!
¿Pero cómo?
En todas las escuelas, conservatorios, cursos, talleres o clases particulares se empieza siempre con la escala de Do mayor, porque “es la más fácil”: sólo se tocan las teclas blancas y así todos contentos y felices.
Sin embargo, Chopin sostenía que la escala de Do mayor debería ser de las últimas que deberían enseñarse, porque, según sus propias palabras, es la más difícil.
La escala de Do mayor es la más difícil desde el punto de vista anatómico: hay que cruzar el pulgar por detrás de los demás dedos como cualquier escala, pero en la escala de Do mayor este espacio se reduce al mínimo. Primera dificultad.
Segunda dificultad: los dedos tienen diferente extensión (no hay dos dedos que midan lo mismo), por lo tanto siempre es un obstáculo incómodo lograr que todos se ubiquen más o menos parejos sobre las teclas. Resultado: la escala de Do mayor tiende a sonar desigual en volumen y en articulación rítmica.
Otra dificultad de la escala de Do mayor: no nos “enseña” la digitación correcta. Debemos “pensarla” constantemente, cruzando el pulgar en forma alternada después de los dedos 3 y 4 (medio y anular respectivamente), y por lo tanto se hace más difícil incorporar el patrón de cruce hasta que se haga automático.
Y hay aún otra dificultad, que podríamos llamar “psicológica”, y creo que podemos considerarla como la mayor dificultad.
La inmensa mayoría de los estudiantes de piano, pianistas aficionados e incluso profesionales ha crecido con una especie de “terror” a las tonalidades con muchas teclas negras.
Nos sentimos muy cómodos en tonalidades con ninguna o pocas teclas negras, pero el sólo pensar en tocar en La bemol, Re bemol o Sol bemol nos puede llegar a inhibir al punto de abandonar el intento.
Todo por darle la espalda a uno de los consejos más sabios de Chopin.
Veamos las enormes ventajas de dar nuestros primeros pasos en el piano como decía Chopin: empezando por la escala de Si mayor.
Es la más anatómica de las escalas (junto a las de Re bemol y Sol bemol), porque el pulgar se reserva para las únicas dos teclas blancas de la escala (si y mi), y los demás dedos, que están ubicados en la mano por encima del pulgar, pueden pulsar las teclas negras con absoluta comodidad y naturalidad física. Esto deja un enorme espacio para que el pulgar pueda moverse por detrás de los otros dedos y cruzar de una tecla blanca a la otra sin el espacio “reducido” de la escala de Do.
Primera dificultad resuelta.
Los dedos 2 a 5 (del índice al meñique) tienen todo el espacio del mundo para pulsar las teclas negras donde les quede más cómodo según el tamaño de cada mano. O sea que no hay que forzar ninguna curvatura de los dedos más allá de lo normal. Ya desde el principio, la escala comienza a sonar pareja y balanceada.
Segunda dificultad resuelta.
Otra ventaja vital de la escala de Si mayor: es imposible tocarla con otra digitación que no sea la correcta (mano derecha: 123-1234-123...). Al contrario de lo que sucede con la escala de Do mayor, que puede digitarse prácticamente de cualquier forma, la de Si mayor sólo puede digitarse de una sola manera, y entonces en poco tiempo los dedos “aprenden” el patrón de cruce correcto. Y este es el patrón que se usa en la mayoría de las escalas.
Tercera dificultad resuelta.
Por último, al comenzar aprendiendo una escala que tiene la cantidad máxima de teclas negras, desde el principio desarrollamos una completa familiaridad con esas tonalidades “difíciles” y jamás creceremos con ese miedo irracional a las teclas negras.
Dificultad “sicológica” resuelta.
Sinceramente, creo que una buena manera de celebrar los 200 años del nacimiento de Chopin, además de recordarlo en conciertos, festivales y acontecimientos culturales durante todo el año, sería que en los conservatorios, institutos y clases particulares empezáramos a seguir sus consejos...
¿No les parece...?
Totalmente de acuerdo, como autodidacta siempre me limite a las teclas blancas de la escala de DO pero siempre tuve una afinidad por el Si Mayor, sonoramente y tecnicamente siempre me resulta más simpático. El arco que crea la distancia entre las teclas en Si mayor definitivamente es un lujo.
ResponderEliminar¡Exacto!
ResponderEliminarOtra razón del "temor a las teclas negras" es que al ser más angostas que las blancas y al haber más espacio entre ellas, existe el temor de "errar el tiro".
Justamente la forma de asegurar la precisión con las teclas negras es posicionando correctamente el pulgar en las teclas blancas a modo de "pivote".
Y obviamente, no separar inútilmente los dedos de las teclas. Como siempre insistía Beethoven a sus alumnos:
"¡Los dedos pegados al teclado! ¡Los dedos pegados al teclado!"
¿Será ése otro consejo ignorado...?
Manuel.
Amén!!
ResponderEliminarImpecable, gracias Manuel por esta valiosa información. Me encantó esta nota y todas las que llevo leídas de tu blog. Daniel.-
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Daniel!
ResponderEliminarManuel.