
Hace un tiempo, durante una charla sobre la interpretación de la música con un señor del público que se acercó a saludarme, surgió el tema de si es correcto o no tomar a los “clásicos” y reinterpretar algunas de sus obras como temas de jazz (o para el caso, en otros ritmos).
El tema me pareció muy interesante y oportuno, especialmente en virtud del concepto tradicional de que las obras clásicas son “sagradas” y no se les debe cambiar ni una nota.
Por supuesto, ninguno de los que sostienen ese concepto parece reparar en el hecho de que los propios creadores de esas obras muy raramente las tocaban igual dos veces, pero ese es tema de otro artículo...
Tampoco parece estar del todo claro que el cambio de alguna que otra nota o incluso del estilo no le quita a una obra su carácter sagrado, ya que la obra sigue existiendo como fue escrita (y seguirá existiendo siempre) independientemente de las posibles reinterpretaciones o “cambios” que algunos músicos les hagan.
En pocas palabras: la reinterpretación de una obra es, sencillamente, otra obra. Qué tan bella, trascendente o sagrada pueda ser esa obra es otro asunto.
Las “Variaciones sobre un tema de Paganini” de Brahms no constituyen un insulto a Paganini (en realidad todo lo contrario), ni siquiera teniendo en cuenta que el lenguaje de esa monumental obra es el de Brahms, no el de Paganini.
Afortunadamente para la música, dicha obra nunca cayó en manos del “comando del purismo musical”, porque en ese caso habría terminado como un montón de cenizas en el fondo de algún tacho de basura.
¿Y a cuál de esos “salvadores” le hubiera importado la opinión de Paganini...?
A ninguno, porque también habrían destruido a Paganini si hubieran tenido la oportunidad.
Analicemos, objetivamente y por un momento, cómo se ha concebido un elevadísimo número de esas obras clásicas sagradas o “intocables”.
En una enorme cantidad de casos (demasiados como para no mencionarlos), los grandes compositores se inspiraban en canciones folklóricas, temas y danzas tradicionales y populares, tonadas simples y una infinidad de “fuentes de inspiración”, entre las cuales figuraban muy especialmente trozos de temas y melodías escritos por otros compositores, como en el caso mencionado de Brahms y Paganini.
Si de acuerdo con el “reglamento del comando purista” tuviéramos que permitir sólo las obras que no están inspiradas en ninguna fuente, ¿cuántas pasarían la prueba?
Afortunadamente, el arte funciona de otra manera.
Así como prácticamente todos los grandes compositores clásicos escribieron muchísimas obras basadas en alguna célula melódica creada por otros compositores, generalmente (¡pero no siempre!) identificadas como “Variaciones sobre un tema de...”, y a partir de esas pocas notas proyectaron toda una obra magistral, independiente y con su propia personalidad, de la misma manera no veo que sea ética o artísticamente incorrecto que un músico de otro género musical tome una idea de Mozart y la convierta en un tema de jazz, tango, folklore, rock o hip-hop.
¿Dónde está lo incorrecto?
La obra original de la que cualquier músico tomó alguna idea sigue y seguirá existiendo como fue concebida y escrita, y la variación basada en esa obra crecerá y se desarrollará (o no) como una creación independiente y con su propia vida.
Como dijimos antes, son dos obras distintas.
Un tema completamente diferente es el nivel artístico al que puede llegar un músico en particular creando una obra original inspirado en alguno de los grandes compositores.
Sin embargo, ni siquiera el hecho de que el señor Pérez escriba un tema mediocre y olvidable “inspirado” en alguno de los grandes compositores, ni siquiera esa posibilidad puede coartar cualquier mecanismo de creación que todo artista tiene derecho a utilizar.
Y dicho sea de paso, lo mismo sucede cuando se interpreta una obra original clásica cambiándole el ritmo.
Lo que nos emociona, nos impacta a veces hasta las lágrimas cuando escuchamos música es el nivel de inspiración, de profundidad y belleza de una obra, no la fuente original en la que se inspiró.
La última frase podría ir para las frases célebres de "Manuel Fraga".
ResponderEliminar"Lo que nos emociona, nos impacta a veces hasta las lágrimas cuando escuchamos música es el nivel de inspiración, de profundidad y belleza de una obra, no la fuente original en la que se inspiró." De Manuel Fraga, pianista y filósofo Argentino.
Es mas la voy a subir como si fuera la frase del día.
Saludos
¡Qué honor!
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
Manuel.
Muy bueno, Manuel! coincido plenamente.
ResponderEliminarArt Tatum, tocaba piezas clásicas, a las cuales les metía mano...(y qué mano..)
http://www.youtube.com/watch?v=fylxor4zo0w
(a las pruebas me remito...)
diga lo que se diga, son una obras de arte! y superan todo tipo de crítica!
PD: genial la grabación del tema Tío Oscar!
Seguramente el mismo Chopin bailará de alegría cada vez que lo escucha a Tatum, allá en el cielo...
ResponderEliminar(¡Me imagino que en el cielo los pianos están siempre perfectamente afinados!)
Gracias por el link que incluiste en tu comentario, Andrés: espero que todos los que paseen por este blog se tomen unos minutos y escuchen la espectacular versión "Tatumesca" del vals en do sostenido menor.
La coda que hace Tatum a partir de 2:40 es tremenda...
Lo de "Tío Oscar" es una vieja deuda que tenía con mi tío (hermano mellizo de mi papá): gracias a él descubrí mi vocación por el piano y el jazz (creo que en ese orden).
¡Saludos y gracias por tus comentarios!
Manuel.
Muy bueno. No olvidemos que los compositores clásicos también improvisaban, muchas veces sus obras surgían de esas impros. No tenían la ventaja de que los pudieran grabar (ni un geloso tenían!!!). Solamente podían transcribir al papel su obra, y no se iban a pasar escribiendo todas las variaciones e ideas que tenían. Me animo a decir que los primeros grandes jazzeros fueron esos músicos que todavía hoy nos inspiran, sin la tecnología moderna.
ResponderEliminarGracias Manuel por la música!!!!!
Gracias por tu comentario, Eduardo!
ResponderEliminarEs exactamente como vos decís: y de alguna manera, la ausencia de medios de grabación en esas épocas no deja de tener sus ventajas, porque hoy no contaríamos con toda esa increíble literatura musical que podemos analizar e investigar para tomar como modelo.
Te mando un abrazo!
Manuel.